Vocación de Moisés | |||
Haz, Señor, que siempre te sepa corresponder con mi prontitud a estilo y manera de Moisés. | |||
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Moisés era un hebreo nacido en Egipto, su madre Yokabed para liberarlo de la orden del Faraón de matar a los niños varones, hijos de mujeres hebreas, lo colocó en un cesto sobre el río Nilo. La hija del faraón lo recogió y lo crió en el palacio aunque buscó una nodriza, resultó ser la misma madre de él.
Moisés no estaba de acuerdo con la opresión que Egipto aplicaba sobre el pueblo de Israel, lo que lo llevó a asesinar a un egipcio y a salir huyendo hacia el desierto donde se puso a trabajar como pastor y se unió con Séfora, hija de Jetró, el cual era un sacerdote de Madián. Dios lo llamó en el desierto del Sinaí, le llamó desde una zarza que aunque ardía en fuego, no se consumía, este fue un hecho extraordinario que le llamó mucho la atención a Moisés. De esto se valió Dios para llamar a Moisés y enviarlo a liberar al pueblo de Israel que se encontraba esclavizado por Egipto.
La vocación de Moisés nos deja ver la unidad de la experiencia humana y la experiencia espiritual. Moisés ha visto la miseria en la que vive el pueblo de Israel en Egipto. Moisés deja de pensar en sus intereses y pasa a pensar en los demás, en los que necesitan de libertad. Luego en el desierto Dios se le manifiesta y toma conciencia de sus limitaciones para cumplir la misión, esto lo hace descubrir a un Dios que todo lo puede y que es Cercano. El fuego de Dios, visto en la zarza es la fuente de se vocación. Moisés descubre su misión en un encuentro personal con Dios, en el diálogo personal con Él.
Al igual que Moisés, Dios hoy nos está llamando por nuestros propios nombres, desde nuestros contextos culturales, intelectuales, laborales, etc., a Dios no le importa qué estamos haciendo en este preciso momento, simplemente nos llama. Hoy Dios nos está mostrando las necesidades que nuestro pueblo sufre, nos muestra el clamor de la gente por una persona que los guíe; esta es una forma de llamarnos hoy.
Dios llama a Moisés para liberar a su pueblo, esto nos muestra que toda vocación está ligada a una misión. Toda vocación es destinada a la liberación de nuestros hermanos. Moisés, como nosotros, también tiene temores y limitaciones (Ex 4, 10-17), pero esto no impide a que él lleve a cabo el encargo que Yahvé le hace. Así Moisés, que huía anteriormente, ahora se convierte en el líder del pueblo de Dios, del pueblo de Israel.
Moisés tiene conciencia de haber sido llamado y enviado para una misión que lo supera y esto nos sirve para caer en cuenta que nosotros no nos auto llamamos, ni nos auto enviamos, sino que es Dios quien nos llama y nos envía. Moisés también puso un obstáculo (Ex 3, 11) como nosotros con frecuencia lo hacemos. Nosotros también tratamos de ocultarnos en nuestras limitaciones, en nuestras obligaciones adquiridas, etc., nosotros también presentimos la incomodidad que traerá para nuestra vida el responder a este llamado, a nosotros también nos da miedo asumir ciertas responsabilidades porque comprometerse siempre da miedo. Quizá esto sea porque nos falta conciencia de que hemos sido llamados por un Ser tan especial que nunca nos deja solo en la misión que Él mismo nos encomienda. Necesitamos conocer las soluciones que Dios le da a cada uno de los profetas que sacaron excusas para no ayudar en la obra de salvación.
Al final Moisés parte para la misión con la única seguridad que acompaña a todos los profetas: “Yo estoy contigo”. Esta es la única seguridad que nos debe acompañar a nosotros para responder al llamado que Dios nos está haciendo: la fidelidad de Aquel que nos llama y nos envía. Debemos tomar conciencia de que nuestra vocación no está sujeta a nuestras capacidades, sino a la fidelidad de Dios.
El fin de toda vocación misionera es la liberación del pueblo, liberación de los sistemas opresores, de los vicios, del egoísmo, etc., y llevarlo a hasta la adoración de Dios. Liberar los hombres hasta el punto de que éstos se sientan tan libres, que puedan hacer alianza con Dios. “¡Soy el que soy!”, esta es la respuesta de Dios ante la pregunta de Moisés por su nombre, de otra forma este nombre también es “Seré el que estaré”, lo que nos lleva a concientizarnos de que estando en la presencia de Dios es como se descubre la verdadera vocación, estando a los pies de Dios es que aprendemos nuestra verdadera identidad.
Cuántas veces nosotros sentimos compasión por las necesidades que pasan las personas más pobres de nuestros barrios, cuántas veces nos ha molestado la injusticia de los gobernantes, la violencia, etc.; ¿Por qué no pensamos que estas reacciones pueden ser el llamado de Dios a tomar la vocería para cambiar esta realidad?
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