LOS MOTIVOS DEL LOBO


Los motivos del lobo 
Poemas de Rubén Darío
declamado por Sor Claudia Maricruz Iraheta Ayala



El varón que tiene corazón de lis, 

alma de querube, lengua celestial, 

el mínimo y dulce Francisco de Asís, 

esta con un rudo y torvo animal, 
bestia temerosa, de sangre y de robo, 
las fauces de furia, los ojos de mal: 
el lobo de Gubbia, el terrible lobo, 
rabioso, ha asolado los alrededores 
cruel ha deshecho todos los rebaños 
devoro corderos, devoro pastores, 
y son incontables sus muertes y danos. Fuertes cazadores armados de hierros 
fueron destrozados. Los duros colmillos 
dieron cuenta de los mas bravos perros, 
como de cabritos y de corderillos. Francisco salio: 
al lobo busco 
en su madriguera. 

Cerca de la cueva encontró a la fiera 

enorme, que al verle se lanzo feroz 
contra el. Francisco, con su dulce voz, 
alzando la mano, 
al lobo furioso dijo: ? ¡Paz, hermano 
lobo! El animal 

contemplo al varón de tosco sayal 

dejo su aire arisco, 
cerro las abiertas fauces agresivas, 
y dijo: ? ¡Esta bien, hermano Francisco! 
¡Como! ?exclamo el santo?. ¿Es ley que tu vivas 
de horror y de muerte? 
¿La sangre que vierte 

tu hocico diabólico, el duelo y espanto 

que esparces, el llanto 
de los campesinos, el grito, el dolor 
de tanta criatura de Nuestro Señor, 
no han de contener tu encono infernal? 
¿Vienes del infierno? 
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno 
Luzbel o Belial? 
Y el gran lobo, humilde: ? ¡Es duro el invierno, 
y es horrible el hambre! En el bosque helado 
no halle que comer y busque el ganado, 

y en veces comí ganado y pastor. 

¿La sangre? Yo vi mas de un cazador 
sobre su caballo, llevando el azor 

al puno o correr tras el jabalí, 

el oso o el ciervo y a mas de uno vi 
mancharse de sangre, herir, torturar, 
de las roncas trompas al sordo clamor, 
a los animales de Nuestro Señor. 
Y no era por hambre, que iban a cazar. 
Francisco responde: ?En el hombre existe 
mala levadura. 
Cuando nace viene con pecado. Es triste. 
Mas el alma simple de la bestia es pura. 
Tu vas a tener 
desde hoy que comer. 
Dejaras en paz 

rebaños y gente en este país. 

¡Que Dios melifique tu ser montaraz! 
?Esta bien, hermano Francisco de Asis. 
?Ante el Señor, que todo ata y desata, 
en fe de promesa tiéndeme la pata. 

El lobo tendió la pata al hermano 
de Asís, que a su vez le alargo la mano. 
Fueron a la aldea. La gente veía 
y lo que miraba casi no creía. 

Tras el religioso iba el lobo fiero, 

y, baja la testa, quieto le seguía 

como un can de casa, o como un cordero. Francisco llamo la gente a la plaza 

y allí predico. 
Y dijo: ?He aquí una amable caza. 

El hermano lobo se viene conmigo 
me juro no ser ya vuestro enemigo, 
y no repetir su ataque sangriento. 

Vosotros, en cambio, daréis su alimento 
a la pobre bestia de Dios. ? ¡ Así sea!, 

contesto la gente toda de la aldea. 
Y luego, en señal 
de contentamiento, 

movió testa y cola el buen animal, 
y entro con Francisco de Asís al convento. Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo 

en el santo asilo. 

Sus bastas orejas los salmos oían 
y los claros ojos se le humedecían. 
Aprendió mil gracias y hacia mil juegos 

cuando a la cocina iba con los legos. 

Y cuando Francisco su oración hacia, 

el lobo las pobres sandalias lamia. 
Salia a la calle, 

iba por el monte, descendía al valle, 

entraba en las casas y le daban algo 
de comer. Mirábanle como a un manso galgo. 

Un día, Francisco se ausento. Y el lobo 

dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo, 

desapareció, torno a la montana, 

y recomenzaron su aullido y su sana. 
Otra vez sintióse el temor, la alarma, 
entre los vecinos y entre los pastores 
colmaba el espanto los alrededores, 

de nada servían el valor y el arma, 

pues la bestia fiera 
no dio treguas a su furor jamas, 
como si tuviera 

fuegos de Moloch y de Satanás. Cuando volvió al pueblo el divino santo, 

todos lo buscaron con quejas y llanto, 
y con mil querellas dieron testimonio 

de lo que sufrían y perdían tanto 
por aquel infame lobo del demonio. Francisco de Asís se puso severo. 

Se fue a la montana 
a buscar al falso lobo carnicero. 
Y junto a su cueva hallo a la alimaña. 
?En nombre del Padre del sacro universo, 
conjúrote ?dijo?, ¡oh lobo perverso!, 
a que me respondas: ¿Por que has vuelto al mal? 
Contesta. Te escucho. 
Como en sorda lucha, hablo el animal, 
la boca espumosa y el ojo fatal: 
?Hermano Francisco, no te acerques mucho... 

Yo estaba tranquilo allá en el convento 

al pueblo salia, 
y si algo me daban estaba contento 

y manso comía. 

Mas empece a ver que en todas las casas 
estaban la Envidia, la Sana, la Ira, 

y en todos los rostros adían las brasas 

de odio, de lujuria, de infamia y mentira. 

Hermanos a hermanos hacían la guerra, 
perdían los débiles, ganaban los malos, 

hembra y macho eran como perro y perra, 

y un buen día todos me dieron de palos. 

Me vieron humilde, lamia las manos 

y los pies. Seguía tus sagradas leyes, 

todas las criaturas eran mis hermanos: 
los hermanos hombres, los hermanos bueyes, 
hermanas estrellas y hermanos gusanos. 

Y así, me apalearon y me echaron fuera. 

Y su risa fue como un agua hirviente, 

y entre mis entrañas revivió la fiera, 
y me sentí lobo malo de repente 

mas siempre mejor que esa mala gente. 

y recomencé a luchar aquí, 

a me defender y a me alimentar. 

Como el oso hace, como el jabalí, 

que para vivir tienen que matar. 

Déjame en el monte, déjame en el risco, 
déjame existir en mi libertad, 

vete a tu convento, hermano Francisco, 

sigue tu camino y tu santidad. El santo de Asís no le dijo nada. 

Le miro con una profunda mirada, 

y partió con lagrimas y con desconsuelos, 
y hablo al Dios eterno con su corazón. 
El viento del bosque llevo su oración, 

que era: Padre nuestro, que estas en los cielos...


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