No basta tan sólo con haber tomado una decisión para seguir la llamada vocacional y entrar al convento. Se requiere un poco de tiempo para probarse en el mundo, para iniciar a adquirir las virtudes más fundamentales de la Congregación a la que se quiere e Una vez que la chica ha tomado la decisión de seguir la voluntad de Dios, respondiendo positivamente y con gozo a la llamada vocacional, viene el proceso de clarificación y maduración de la respuesta. No es lo mismo ver las cosas en la tormenta de las decisiones, en la guerra que dan los sentimientos, pensamientos y voliciones que surgen al confrontar la voluntad de Dios con la voluntad propia, que en el momento de la calma, cuando ya se ha tomado la decisión. Las aguas vuelven a su nivel y la decisión tomada debe reforzarse: es el proceso de la clarificación y la maduración. Es el momento en que debemos poner en práctica las palabras del evangelio, para saber si podemos hacer frente, con nuestros recursos, a quien viene contra con nosotros con el doble o el triple de medios. Este proceso de maduración tiene como objetivo probar la vocación. Se lleva a cabo ideando y llevando a la práctica un programa de vida espiritual vocacional tendiente a consolidar la vocación, antes de que la chica pase a vivir al convento la etapa del postulantado o aquella fijada por la regla del Instituto al que quiera ingresar. No basta tan sólo con haber tomado una decisión para seguir la llamada vocacional y entrar al convento. Se requiere un poco de tiempo para probarse en el mundo, para iniciar a adquirir las virtudes más fundamentales de la Congregación a la que se quiere entrar. La chica tendrá que enfrentarse con muchas pruebas después de haber tomado la decisión: sus amigos y amigas, sus familiares, el mundo escolar o laboral, su propio "ego". Además, no debemos dar por descontado la labor del maligno, quien se afanará del mil y una maneras, por no permitir que un alma lleve a cabo su propósito de entregarse a Dios en forma total y permanente. Es necesario que en esta última etapa de la respuesta vocacional se acreciente y se solidifique la vocación, llegando a una cierta madurez. Se trata de luchar "no como quien da golpes al aire" (1Co 9,26), sino de dirigir las fuerzas y los diversos recursos hacia fines muy específicos. Se trata, por tanto, de establecer un plan concreto, de acuerdo con la personalidad y la situación personal de cada chica. Esto es un plan de vida espiritual. Cada chica deberá fijarse los objetivos o el ideal que quiere alcanzar, de acuerdo a las deficiencias que ha encontrado en el proceso de contrastar sus deseos personales con los deseos de Dios. Estos objetivos o ideales corresponderán ordinariamente a una virtud por lograr. Después se señalarán los medios que ayudarán a alcanzar el ideal y la virtud por lograr. La base del éxito consiste en pormenorizar lo más posible estos medios, llegando incluso a detalles muy prácticos, pues es en la vida real en donde esta vocación se tiene que probar. Antes de analizar los elementos del programa de vida espiritual, cabe aclarar el concepto que hemos estado repitiendo de "probar" la vocación en el mundo. De alguna manera la candidata debe revisarse, supervisarse a sí misma, o con la ayuda de su directora espiritual o de la animadora vocacional, para saber si está avanzando o no en la adquisición de la o las virtudes que se ha fijado, antes de entrar formalmente a la vida consagrada. Esto es "probarse" a sí misma que tiene las fuerzas y la capacidad para conseguir las metas espirituales que se ha fijado. Una vez aclarado este concepto, podemos revisar las distintas facetas que deberá contener el programa de vida espiritual vocacional1. 1. Ideal y virtud por lograr.
Especificados en pocas palabras y con suma claridad.
2. Medios:
a. Vivencia fiel y fervorosa de los compromisos espirituales.
i. Ofrecimiento del día diario.
ii. Meditación diaria. iii. Celebración eucarística, por lo menos tres veces a la semana. iv. Lectura y reflexión evangélica diaria. v. Balance del día. vi. Visita a Jesucristo. vii. Dirección espiritual frecuente. viii. Rosario diario completo.
b. Vivir la pobreza, la castidad y la obediencia de acuerdo al espíritu de la Congregación a la que se quiere ingresar.
i. Pobreza:
* Desprendimiento interior de todo lo material. * Evitar gastos superfluos.
ii. Castidad:
* Ser delicado y exigente en el tacto y en el dominio de los sentidos internos y externos.
* Discreto y sereno en el trato con el sexo opuesto. * Sobrenaturalizar el afecto a la familia.
iii. Obediencia:
* Dependencia de la directora espiritual. c. Apostolado.
i. Dedicar cada vez más tiempo al apostolado, con un programa exigente.
ii. Testimonio en la familia. iii. Testimonio en el medio ambiente. d. Detalles de tipo espiritual. i. Pedir la gracia de la perseverancia. ii. Lectura de algún libro sobre la vocación. Cuando se advierte que la llamada ha madurado en el interior de la chica, que ha pasado un tiempo suficientemente largo para que se pueda responder al llamado de Dios y un tiempo suficientemente corto para que no se estropee en el mundo, es el momento de dar los pasos prácticos para que se trasladen a vivir al lugar y en la etapa que el Instituto de vida consagrada considere más oportuno. Un último comentario. Aquí no termina, "la respuesta a la llamada vocacional". Al contrario, es sólo el comienzo de una respuesta, pues no debemos olvidar que "cada vocación, en cuando proceso dinámico de crecimiento humano, se realiza en el contexto de la vida y de la maduración de cada persona ". fuente: http://es.catholic.net/religiosas/807/1825/articulo.php?id=12029 |
Maduración de la llamada de Dios
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